¿Qué fue realmente la ruta del Bakalao?

La denominada Ruta del Bakalao ha pasado a la historia de un modo peyorativo, como un movimiento juvenil extremo lleno de drogas, desenfreno y alcohol. La imagen que tenemos de ella es justo la de su defunción allá por los primeros 90s, con Emilio «el cañero» y ese mítico documental de Canal Plus que todos hemos visto con jóvenes bailando encima de un coche. Pero la Ruta del Bakalao en sus inicios fue un movimiento vanguardista tanto en lo musical como en lo estético lejos de la imagen cutre y hasta cierto punto lamentable que vemos en el documental que presenta un jovencísimo Carles Francino.

En los 80 Valencia vivió su particular revolución, un movimiento paralelo a la denominada movida Madrileña pero muy diferente, tanto en el fondo como en la forma. Un tiempo en el que la ciudad del Turia estaba más cerca de Londres que de Madrid. La discoteca Barraca rompió los moldes de la época al comenzar a abrir los domingos a las 6 de la mañana, algo que por entonces no ocurría en ninguna parte de Europa. Pero lo más característico del asunto es que no se trataba de un pequeño club underground sino de una macrodiscoteca que alojaba a miles de personas.

Con una selección musical que era la envidia de todos los jóvenes ilustrados del país, virando hacia el postpunk, los nuevos románticos y todas las novedades llegadas de Londres y Berlin, los primeros djs de la ruta valenciana crearon un caldo de cultivo en el que más de 2.000 personas con una estética iconoclasta, a veces ciberpunk, otras veces siniestra, bailaban sin parar a las 8 de la mañana.

En discotecas como Spook Factory, Ku Manises, Espiral o A.C.T.V. (cuyo nombre completo era Actividades Culturales de Termas de Victoria) se podía oir de forma masiva a grupos como The Cure, Depeche Mode, Public Image Ltd., Cabaret Voltaire, Bauhaus, Sisters of Mercy o Throbbing Gristle, mezclados con el primer sonido house, funk y electro. De la mano del dj Fran Lenaers, residente de Spook Factory llegó otra innovación como fue la incorporación de la mesa de mezclas y los dos platos en las cabinas, con el inicio de la técnica de mezclar temas que se alargaban creando atmósferas increibles. Lenares también es uno de los máximos responsables de la introducción del EBM en la ruta pinchando a Nitzer Ebb, Fornt 242 o 16 Bit.

A medida que el éxito iba subiendo el efecto reclamo de una singularidad horaria y musical apreciado no solo en España sino en muchas partes de Europa, fueron surgiendo multitud de sellos discográficos en Valencia, ciudad que llegó a acoger más sellos discográficos que el resto del país junto. Los gustos del público con esa mezcla de la guitarras y el bombo techno hizo nacer grupos como Double Vision o Chimo Bayo que tuvieron una repercusión a nivel mundial realmente inaudito en nuestro país, con conciertos en salas de toda Europa e incluso Japón y presencia en platos de todas las televisiones.

El aderezo perfecto para esta comunión de público y música lo puso una droga muy característica de la zona, la mescalina, cuyas cualidades eufóricas eran el complemento ideal para una música sintética y terriblemente variada. La desaparición de la mescalina también debió tener su influencia en el cambio que se produjo entrada en la década de los 90 cuando la calidad músical bajó considerablemente al tiempo que los djs se iban nutriendo de los propios discos que se autoproducían con medios deficientes creando un subproducto musical a caballo entre el techno y el dance más comercial.

La puntilla final al fenómeno vino de la mano del denominado parkineo o party parking que puso de moda la discoteca NOD que incluso llegó a pagar paellas en los parkings (sic). Esta curiosa práctica puso a la vista todo lo que se hacía dentro de las discotecas sacando a la luz el problema creciente de unas drogas alejadas de la relajada euforia de la mescalina y mucho más agresivas. Los cada vez más habituales accidentes de tráfico hicieron virar la actualidad televisiva hacia este movimiento ya por entonces un tanto degenerado que acabó de sucumbir por su propia fama.

Para entender bien lo que realmente fue la Ruta del Bakalao es imprescindible ver el siguiente documental: 72 horas, la ruta a Valencia.